sábado, 14 de junio de 2014

ENTRE EL EXTERMINIO Y EL PATRIOTISMO




Las Malvinas fueron y serán Argentinas. Todos los 2 de Abril los ciudadanos recuerdan y homenajean a sus caídos. Todos los 2 de Abril los argentinos se muestran orgullosos de sus héroes. 
Pero cabe preguntarse ¿Cómo se vivió en aquella época?

Hoy se puede hablar libremente de Malvinas. Hoy los ciudadanos pueden homenajear a sus caídos. Hoy Malvinas no es mala palabra, es mejor dicho, palabra santa. Pero es fundamental entender que paso en el momento en que la guerra sucedió. En principio cabe recordar que el contexto político seguía siendo dictatorial.

Bajo el mando de Galtieri la sociedad Argentina presenciaba, sin saberlo, la agonía del régimen más cruento de su historia. Tras seis años, comenzaron a notarse y a sentirse cada vez más fuerte los errores que la dictadura arrastraba. El proceso de desindustrialización, organismos de derechos humanos cada vez más presentes, conformaron un escenario inestable.

Fue así, que la cúpula militar encontró en la guerra la posibilidad de reivindicarse. La sociedad argentina, en ese entonces, creyó en el discurso y se unió en pos de lo que luego sería un exterminio. Es decir, los ciudadanos avivaron y festejaron el absurdo. Cabe remarcar el papel protagónico que tuvieron los medios de comunicación en dicha etapa.

Iniciada la guerra, desde los medios muchas propagandas pregonaban por la victoria. Aseguraban con total certeza que “íbamos ganando”. Cabe pensar, que quizás, frente a todo el horror que venía sucediendo, los argentinos encontraron un halo de luz. Los argentinos, tal vez vieron en esa falsa victoria, una ilusión, una alegría.

Tantos años después y con la bandera de Malvinas levantada, es difícil pensar que paso por la cabeza de esos argentinos que apoyaron semejante genocidio. ¿Cómo podía ser que aquellos que estaban siendo abatidos por el terrorismo de Estado, estaban avivando lo que resulto ni más ni menos, que la continuidad del horror?

Pero, antes de cualquier juzgamiento, es importante tener presente las contradicciones que vivía ese ciudadano. Desde el primer momento en que no eran libres, sino que por el contrario, eran presos del Estado, todo es posible. El argentino de aquella época era vulnerable, estaba atrapado y la única salida era la muerte.

Ante un escenario como el descrito, no es tan ilógico pensar que las plazas se hayan llenado en dos oportunidades tan antagónicas: la huelga de la CGT del 30 de Marzo y la declaración de la guerra el 2 de Abril. “Del éxtasis a la agonía oscila nuestra historia” dirá la Bersuit Vergarabat tiempo después en la Argentinidad al palo.

Lo importante es que aquellos brazos que ayer avivaron la guerra, hoy puedan abrazar a sus caídos. Lo esencial es que la sociedad argentina haya entendido que la guerra fue un absurdo. Hoy el ciudadano es libre y que lindo es saber que en su libertad haya elegido “malvinalizarse”.
Ayer y hoy, las Malvinas fueron y serán ARGENTINAS.



 

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