domingo, 21 de agosto de 2016

Soltar

Porque te lo lei
Porque me lo leo

Soltar duele, pero es un dolor diferente, un dolor de vacíos. Soltar es despedirse y las despedidas, por más necesarias que sean, te lastiman todo el cuerpo; porque el miedo de no estar haciendo lo correcto, se siente en la piel y el miedo a dejar de hacerlo, también. Soltar es dejar ir lo que tanto se amó, lo que no se puede retener, la flor que se transformó en espina y eso duele. Duele demasiado. Es el dolor del amor que pelea cuando siente que muere. El dolor de la esperanza que se acabó ayer. Es el dolor de creer que llegaba la primavera y descubrir que en su lugar irrumpe el más frio de los inviernos. Es entender que la presencia de uno le hace daño al otro. Es entenderlo y aceptarlo. Aceptar que la única salida es esa… Soltar.
Dejar ir no es tan simple como parece. Soltar el pasado duele y soltar lo que pudo ser duele más todavía. No hay nada más triste que la historia que nunca lle

go a escribirse. Ni nada más doloroso que llorar en soledad por lo que pudo haber sido. Soltar es tirarse, sin saber si va a haber alguien que te ataje. Soltar es saber que nos vamos o llegamos, y a lo mejor no hay nada ni nadie esperándonos. A veces hay que animarse a mirar lo que duele y aceptar lo que sucede. Hay que animarse a saltar, sin temor de caer al vacío. Soltar es aceptar el dolor y adueñarse de él. Soltar es dejar que el alma llore hasta quedarse sin lágrimas. Soltar es asumir el dolor del otro, sin decirlo, en silencio. Soltar es dejar que la llama finalmente se apague, sabiendo que no hay nada más triste que el amor cuando se termina.

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